
Imprimir en casa la pieza de una lavadora estropeada o de un LEGO puede ser una realidad en las próximas décadas. Desde su aparición a finales de los ochenta, las impresoras 3D han evolucionado hasta convertirse en una de las tecnologías más prometedoras para la fabricación de bienes. Aunque todavía se trata de una tecnología relativamente joven, su aplicación a sectores como el de la construcción —en Japón, se construyó una estación de tren impresa en 3D en menos de seis horas—, el automovilístico, el aeroespacial, el farmacéutico o el alimentario ya está permitiendo ganancias importantes de eficiencia y una mayor personalización de los productos.
En el campo de la medicina, su potencial también es grande. A día de hoy, estas impresoras se emplean principalmente para la creación de implantes y prótesis a medida, pero en los próximos años se espera que avancen hacia la bioimpresión de tejidos vivos funcionales capaces de integrarse en nuestro cuerpo. Si se desarrollan con éxito, facilitarán el tratamiento de lesiones complejas o enfermedades degenerativas mediante la restauración de órganos, huesos y otros tejidos biológicos.
Ahora bien, la innovación de estas impresoras no se limita solo a la mejora de los procesos de producción. Va más allá. Puede ayudar a la descentralización de las cadenas de fabricación, acercando fabricantes y consumidores, y hacerse poco a poco más comunes en los hogares como sucedió con las televisiones y los ordenadores en el pasado. Hasta el momento, su ubicación se ha concentrado en unos pocos países debido a las economías de escala y la necesidad de personal especializado. Esta tendencia podría cambiar si se acelera la fragmentación de las cadenas internacionales de suministro. Mientras que el comercio de bienes físicos está sujeto a aranceles, restricciones logísticas y tiempos de entrega, los archivos de diseño digital pueden compartirse al instante de una punta a otra del globo. En el caso de su uso para fines domésticos, las posibilidades que ofrecen son múltiples: desde la reparación de electrodomésticos y muebles, a la creación de juguetes, la impresión de comida o el desarrollo de proyectos escolares. Frente al transporte de mercancías, la huella ambiental de compartir un archivo descargable listo para imprimir será también bastante menor.
Para más información, véase: Andrenelli, Andrea y Javier López-González. "3D printing and international trade. What is the evidence to date?" OECD Trade Policy Papers, n.º 256, París: OECD Publishing, 2021; Freund, Caroline, Alen Mulabdic, y Michele Ruta. "Is 3D printing a threat to global trade? The trade effects you didn't hear about." Journal of International Economics 138, 2022; Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia. Resilient EU2030. Madrid: Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, 2023; Rifkin, Jeremy. "Gracias a la impresión 3D, la era de los aranceles tiene los días contados." El País; Cubo Mateo, Nieves. "3D-printed grafts: shaping the future of bone and tissue regeneration." The Conversation; y Notoya, Kiuko. "How Japan Built a 3D-Printed Train Station in 6 Hours." The New York Times.