¿Cuánto ha progresado España en las últimas décadas? ¿Cuánto deberá seguir progresando de aquí a 2050 para converger con los países más avanzados de la Unión Europea?
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Es difícil entender y mejorar aquello que no puede medirse. Por ese motivo, hemos creado un cuadro de seguimiento que recoge 50 indicadores económicos, sociales y medioambientales que suelen usarse para medir el desarrollo estructural de un país
Con él, los ciudadanos podrán comprobar, de forma muy visual e intuitiva, cuánto ha progresado España en cada ámbito en las últimas décadas, y cuánto más debería progresar para converger con los países más avanzados de la UE en 2050.
Hemos seleccionado los indicadores que cumplían los siguientes requisitos:
Las etiquetas emplean el tradicional sistema de semáforo:
Los colores se asignan en base a la trayectoria que describen los datos. A aquellos indicadores en los que ha habido una clara mejoría se les otorga etiquetas verdes. A aquellos en los que no ha habido cambios o se ha producido un retroceso, se les da una etiqueta amarilla, naranja o roja, respectivamente. Cuando no existen datos, o los que hay no dibujan una tendencia clara, se emplea una etiqueta gris.
Los indicadores se actualizan de forma recurrente, a medida que se van publicando nuevos datos.
Fijarse objetivos de país a largo plazo es una práctica necesaria y habitual a nivel internacional. Lo hacen las Naciones Unidas, la Comisión Europea y muchos Estados de nuestro entorno.
En esta brújula, cada indicador va acompañado de unos objetivos cuantitativos concretos que España debería alcanzar de aquí a 2050 si quiere converger con los países más avanzados de Europa. Estos objetivos y sus sendas de evolución han sido construidos por un equipo de cien académicos, en el marco del proyecto España 2050. Su diseño se ha realizado mediante un cuidado análisis que combina la economía con la política comparada, y que tiene en cuenta: las trayectorias históricas observadas, la proyección de tendencias futuras, la situación de otros países de la UE y la interdependencia probada que existe entre unos y otros indicadores.
Son objetivos ambiciosos y realistas a la vez. No sirven para marcar un camino preciso, pero sí para indicar la dirección y el ritmo en los que España debería seguir transformándose en las próximas décadas.
No incluimos la inflación por dos motivos.
En primer lugar, porque la evolución de la inflación a medio y largo plazo responde, en gran medida, al comportamiento de la actividad económica y del empleo, y para estas dimensiones, la brújula ya incorpora varios indicadores.
La inflación (crecimiento de los precios al consumo) es el resultado de la evolución de la actividad económica (demanda de hogares y empresas), del mercado laboral (creación de empleo y niveles de tasa de desempleo), y de los cambios en los precios de algunos bienes que se adquieren del exterior (ej. petróleo, gas, materias primas agrícolas, etc.).
Las dos primeras dimensiones (actividad económica y mercado laboral) explican el comportamiento más estable de la inflación en el tiempo, pero ya están capturadas en otros indicadores de la brújula. La tercera dimensión (el precio de los bienes importados y su efecto sobre los precios domésticos) es, sin embargo, más volátil, ya que puede estar sometida a fuertes fluctuaciones coyunturales debido a conflictos bélicos, catástrofes climáticas, o alteraciones bruscas en la demanda global de materias primas, entre otras eventualidades.
Hay un segundo motivo por el que no incluimos los precios en la brújula: la inflación no es intrínsecamente mala ni buena (como sí lo es, por ejemplo, la pobreza). En nuestra historia reciente, ha habido períodos de crecimiento económico y de mejoras en las condiciones laborales de la ciudadanía en los que las tasas de inflación eran relativamente altas. Y viceversa: ha habido períodos de caídas intensas de la inflación que no podrían considerarse positivas (en contraposición al aumento reciente) ya que eran el reflejo de una crisis económica (reducción de la actividad y aumento del desempleo). Dicho de otro modo: las subidas y bajadas en la inflación no pueden interpretarse como “buenas” o “malas” de forma constante a lo largo de 40 años de historia. Por eso no sirve como indicador para la brújula.
Naturalmente. Escríbenos un mail a futuros@presidencia.gob.es y estaremos encantados de analizar tu propuesta.